Entra en silencio. El día se ha ido y el bosque respira un aire frío de color púrpura. En esta hora mágica, los árboles ya no son de madera, sino de clorofila luminosa; sus troncos brillan con una luz verde y fantasmal contra la noche que avanza. Arriba, sus ramas se entrelazan como una caligrafía nerviosa sobre el lienzo del cielo. Se puede casi sentir el descenso de la temperatura, oler el perfume a tierra húmeda y a musgo, y escuchar el profundo silencio que precede a la noche. Es un paisaje que te observa, un laberinto de secretos donde la naturaleza se viste con sus colores más misteriosos y soñadores.