A través de un marco del color del cielo al amanecer, nos asomamos al corazón de un sol. Esta flor es una explosión de calor, una llama hecha de pétalos de seda. Su piel amarilla y naranja parece irradiar una luz propia, invitándote a sentir su calidez, a imaginar su perfume dulce y denso flotando en el aire de un verano eterno. En su centro, el polen brilla como polvo de oro. Es una pintura que te sumerge en la sensación de un mediodía ardiente, mientras el marco azul te susurra que quizás todo es un sueño, la memoria perfecta y vibrante de una flor que contuvo toda la luz del mundo.